Más de doscientas personas se comprometieron a sembrar, multiplicar y devolver semillas de tomate criollo, manteniendo su información genética siempre abierta y circulando. Fue el viernes 6 de septiembre, durante la primera entrega de semillas del proyecto Al rescate del tomate criollo, en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Huerteres y productorxs se registraron a través de la plataforma Bioleft y retiraron las semillas con entusiasmo y muchas preguntas.
El programa de Rescate y Mejoramiento Participativo del Tomate Criollo es un proyecto llevado adelante por un grupo multidisciplinario de voluntaries, liderades por los profesores Gustavo Schrauf y Fernando Carrari, de la cátedra de Génetica de la Facultad de Agronomía. El trabajo comenzó recolectando semillas antiguas, las de las variedades de tomate que se sembraba y consumía hace un siglo en Argentina, antes de la tecnificación del agro. Recuperar esas semillas no fue fácil, porque ya no se encontraban en Argentina: Carrari las pidió a bancos de germoplasma del exterior. Uno de Estados Unidos le envió 60 variedades; otro, de Alemania, otras 60. Ahora la misión es multiplicarlas, evaluarlas y no volver a perderlas de vista.
Para eso, cada semilla que se entrega queda registrada en la plataforma Bioleft, donde más adelante cada huertere podrá dejar asentados los resultados de la siembra. Así se logra trazabilidad, y se avanza hacia el mejoramiento participativo. Además, las semillas son protegidas por la cláusula Bioleft, que mantiene su germoplasma (y el de posibles derivados) abierto y disponible para fines de investigación, desarrollo y registro de nuevas variedades.
Al mismo tiempo, esta acción contribuye al testeo de uso y mejora de Bioleft, y es parte de uno de los tres experimentos que se están desarrollando con apoyo de The Conservation, Food & Health Foundation.
La entrega de semillas de tomate criollo despertó muchísima expectativa, y cientos de personas están manifestando su voluntad de sumarse a esta campaña para multiplicar y guardar semillas. Pronto habrá nuevas coordenadas de entrega, sujetas a la disponibilidad del material. Y quien no pueda conseguir las suyas ahora, no tiene más que esperar a la próxima cosecha.