¿Para qué y para quién sirve la innovación? ¿Cómo desarrollar innovación para el bien común, ya no para el crecimiento económico? Estas preguntas vertebraron la conversación del panel Innovación, crecimiento y post-crecimiento, coordinado por Mariano Fressoli en la Semana de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación que organiza la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional de San Martín. Anabel Marín, directora de Bioleft, debatió este tema junto a Adrian Paul Smith (Universidad de Sussex) y Mario Pansera (Universidad Autónoma de Barcelona / University of Bristol).
Abrió la charla Smith, quien presentó la noción de post-automatización: una forma de producción que se distingue de la automatización de la así llamada “industria 4.0” en sus procesos colaborativos y su factura humana. “El determinismo tecnológico y el discurso de la industria 4.0 no abre alternativas a la participación. Ignora las redes de makers, hackers, reparadores y plataformas de innovación ciudadana, más democráticas y humanas, que llamamos post-automatización”, aseguró.
Luego Mario Pansera cuestionó el concepto de innovación heredado de Joseph Schumpeter, que definió como “creación destructiva”, en tanto propone destruir lo anterior para vender nuevos productos: “La obsolescencia programada es la esencia del sistema capitalista, que sobrevive a través de la creación de nueves bienes y servicios”. Así, puso en tela de juicio el concepto de crecimiento como objetivo: “El capitalismo trae una relación directa entre la innovación y el desarrollo económico que yo llamo la religión del crecimiento: la idea de que el crecimiento económico siempre es bueno. Todo el esfuerzo de nuestras sociedades se organiza en torno a la maximización del PBI; si cortamos un bosque y el PBI crece, se toma como un número positivo. Esto de que hay que crecer para estar bien es un dogma, no tiene bases científicas. ¿Para qué tenemos que innovar? ¿Por qué queremos crecer? Es un bucle. El determinismo tecnológico sostiene que el cambio tecnológico es irreversible, y que siempre es positivo; lo llamo productivismo”. Así desmontó el argumento de que sin crecimiento económico no habría inversionesni innovación. Retomando las palabras de Smith, defendió la innovación de base, motivada por las necesidades comunitarias: “Se puede pensar en una ética y una práctica del cuidado, una creatividad dedicada a cuidar las cosas, las personas, los animales, las plantas”.
A su turno, Anabel Marín expuso los fundamentos de Bioleft, y el trabajo de codiseño de una red de mejoramiento vegetal colaborativa y abierta con participantes muy diversxs, desde agricultorxs hasta funcionarixs públicxs. “El conocimiento abierto, a diferencia de las patentes, aprovecha las ventajas del carácter acumulativo del conocimiento; además, incentiva valores diversos”, explicó. “Hoy tres empresas globales explican el 60% del mercado de semillas, y el 90% de las que tienen eventos genéticos. Donde más invierten las empresas es en las redes de testeos; por eso, estamos trabajando para crear una red de testeos para el mejoramiento genético abierto y colaborativo. La idea es apoyarse en la diversidad en vez de anularla”.
Después llegó una pregunta de la audiencia: ¿Cuáles son los indicadores para una innovación sin crecimiento? “El PBI no es solo un indicador técnico, también es político”, señaló Pansera. “El índice de desarrollo humano se muestra en términos de fines, como techo para todas las personas, pero pierde de vista los procesos”, apuntó Smith. Marín redondeó: “Está en crisis la idea de que el crecimiento lleve al bienestar, el modelo del derrame.”
Finalmente, Marín trajo a colación la coyuntura: “Hoy en Argentina está en tensión permanente la propuesta de ciertos sectores que sabemos que pueden generar divisas, pero que van a traer problemas irreversibles de justicia ambiental. La sociedad argentina está reaccionando. Estuvimos discutiendo maneras de que la innovación llegue al bienestar social salteándose el crecimiento”. Y concluyó: “Esto no es nuevo. Lo que estamos viendo en América latina, donde teóricamente estábamos tan desesperados por el crecimiento y el desarrollo, es que no estamos tan desesperados, y que la sociedad quiere discutir los cómo: cuáles son los nuevos modelos de desarrollo que vamos a plantear.”