La construcción de Bioleft continúa a través del tejido artesanal de articulaciones y lazos comunitarios. El lunes 14 de diciembre, un rato después del eclipse parcial de sol que se vio en el Cono Sur, unas treinta personas de distintos lugares, organizaciones y disciplinas nos reunimos en forma remota para compartir un cierre al trabajo de Bioleft en 2020 y comenzar a trazar los planes para el año que llega. Tras un año que se presentó lleno de desafíos inéditos para cada persona y organización debido a la pandemia del COVID-19, fue grato tomarnos unos minutos para repasar el trayecto recorrido, y también celebrar la alegría de trabajar juntes por un mundo más justo.
Fue un encuentro informal, donde compartimos experiencias y sentires en torno a las semillas abiertas, el mejoramiento participativo y la sustentabilidad de los sistemas agrícolas. La idea era, como dijo Almendra Cremaschi, abrir la cocina de Bioleft. Tras una breve presentación, Almendra coordinó la circulación de la palabra entre les asistentes. Primero, cada integrante del equipo de Bioleft se presentó y contó qué le había convocado del proyecto. Después, distintas personas amigas de Bioleft -que ya participaron en talleres o actividades- explicaron qué les motivaba a acercarse. Finalmente, aquellas personas que se acercaban por primera vez al proyecto también contaron cuáles eran sus expectativas y cómo se relacionaban con la temática de las semillas. El encuentro cerró con una ofrenda musical de la artista Pampi Torre: un gato y una chacarera tocadas y cantadas en vivo, que nos dejó a todes con ganas de encontrarnos físicamente y bailar.
Un comentario que se repitió fue que la pandemia, así como impidió algunos encuentros y actividades, también promovió indirectamente otros, ya que habilitó y normalizó los encuentros virtuales que eliminan a la distancia como obstáculo. Hubo participantes de distintas regiones de Argentina, de Chile y México. Aquí algunas de las ideas que se compartieron:
El poder de la colaboración
Muchas personas destacaron que uno de los elementos más motivadores de Bioleft es su funcionamiento horizontal y su forma de trabajo en equipo.
“Mi trabajo con el equipo de Bioleft comenzó en el marco de un debate sobre posibles cambios de la ley de semillas y fue un aprendizaje acelerado de una problemática que no tenía tan presente. Queríamos trabajar sobre mejoramiento participativo, donde el productor no reciba simplemente el material ya mejorado sino trabajar en conjunto desde el diagnóstico hasta la ejecución del programa. Es un camino muy estimulante. No es sencillo construir en común, es ir en contra de un sistema que nos individualiza y nos separa. Es un camino de mucha retroalimentación; yo me siento muy enriquecido”, dijo Gustavo Schrauf, titular de la cátedra de Genética de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires e integrante de Bioleft desde 2017.
Marcela Basch, coordinadora de comunicación, dijo: “Bioleft me dio la oportunidad de construir bienes comunes. No hay bienes comunes sin comunidad que construya su gobernanza; es un trabajo muy hermoso y muy desafiante”.
“Es un espacio de aprendizaje muy profundo, con gente de diversas disciplinas y profesiones, donde nos encontramos con otras realidades, y eso es sumamente enriquecedor”, dijo Julián Asinsten, asistente de investigación de Bioleft desde 2018. “Es gratificante participar en un espacio donde se puede proponer algo nuevo”.
María Paz Dos Santos, ingeniera agrónoma y estudiante de doctorado de FAUBA e integrante de Bioleft desde 2020, dijo: “Para mí Bioleft es la posibilidad de construir una agricultura más justa y sustentable no solo en lo social, en lo ambiental también. Desde que conocí Bioleft me motivó saber que existía una propuesta concreta, un nuevo sistema para el intercambio de semillas, el mejoramiento, y también para generar lazos y oportunidades para lograr esos cambios que hacen falta”.
Pablo Pérez, desarrollador de la plataforma de Bioleft, es parte de la comunidad del software libre y open source, que conlleva una profunda convicción en la importancia de construir bienes comunes de manera colectiva. Contó que encontró en Bioleft la posibilidad de implementar “ciertas técnicas y conocimientos que en otros trabajos no podría probar, porque hay otros intereses”. “Todo lo que yo pueda aportar al grupo para mí es pura alegría, me motiva a seguir”, dijo. “Todos tiran para el mismo lado y eso ayuda”
“Es el espacio donde encuentro la posiblidad de construir ese modelo abierto, esas alternativas tecnológicas que entiendo que las tenemos que construir, en un marco de mucho respeto”, dijo María Laura Bravo, ingeniera agrónoma y docente de la Universidad de La Plata que se incorporó al equipo en 2020. “Me reconforta encontrar los logros que el proceso va dando, que permiten seguir pensando que la construcción de un modelo abierto y más justo es posible”. También remarcó que la agronomía trabaja en la interacción entre las ciencias biológicas y las sociales.
“Bioleft es el proyecto que más motiva de todo lo que hago” dijo Anabel Marín, directora de la iniciativa desde su fundación. “Se combina lo que me interesa de toda la vida, que es estudiar para entender y a través del entendimiento poder contribuir a un cambio, con actuar, accionar. En la práctica, la experiencia de trabajo concreta con el equipo, con la gente, la posibilidad de colaborar, de aprender, de conocer y de ir construyendo algo de esta naturaleza en conjunto, para mí es única. Me enriquece enormemente el trabajo colaborativo”.
“Bioleft es un espacio de crecimiento y de construcción que invita a todas mis pasiones, porque es un gran espacio de síntesis: de lo participativo, las metodologías, me conecta con la agronomía”, dijo Almendra Cremaschi, del núcleo fundador de Bioleft. “En Bioleft puedo hacer muchas cosas distintas, se discute sobre mejoramiento participativo, visitamos experimentos, inventamos experimentos y criterios para evaluar decidimos qué vamos a buscar, cómo lo vamos a buscar… Es un espacio de gran libertad y de gran creatividad, y lo vivo con mucha pasión”.
“En el campo, la semilla es considerada un insumo. Vas, la comprás y la sembrás. Pero la semilla es mucho más que un insumo:tiene valor cultural porque es el resultado de la seleción de la biología, de la cultura, de la medicina y de la nutrición, a través de la selección hecha por agricultores durante miles de años”, dijo Enrico Cresta, productor orgánico y parte de Bioleft desde 2018. “Y además, es un hecho político, porque define los modelos agropecuarios y no es un tema menor”. Enrico destacó su colaboración con el productor-mejorador Milton Vélez, que nació de un encuentro organizado por Bioleft.
Milton también participó. “Justo estoy acá regando un maicito en el patio de casa”, dijo, mientras el susodicho maíz se veía de fondo. “Bioleft es el origen. Nuestro origen, como especie humana, es participativo y colaborativo. Por eso gente de distinta índole y formación encuentra en Bioleft su espacio de expresión”.
Selva Cuppari, ingeniera agrónoma y docente de la Universidad Nacional del Sur que trabaja en restauración de pastizales nativos, dijo que la idea de Bioleft y las semillas abiertas le parecía necesaria. “Vamos a producir semilla, así sea en unos años, no importa”, dijo con una gran sonrisa. “Así yo ya no esté, o me jubile, pero esto (la libre circulación de las semillas) va a ocurrir”.
Pampi Torre, cantante folklórica y amiga de Bioleft desde su fundación, dijo que lo que la atrajo al proyecto fue su conexión con la cultura ancestral. “Conocer Bioleft me hizo repensarme en muchas cosas, he cambiado mi alimentación, entendí un poco más el origen de las semillas. Y eso que yo soy de La Pampa y mi papá trabajaba en el campo todos los días”. Y cerró: “Pensarnos colectivamente, eso es para mí Bioleft”.
El ingeniero agrónomo Pablo Rush, secretario de Extensión de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, destacó la importancia creciente de los movimientos que buscan proteger, restaurar y conservar las semillas nativas y criollas, como las casas de semillas. “Se empieza a escuchar hablar de recuperación y restauración de semillas por muchos lados, también en el Estado nacional”, destacó. “El movimiento de las semillas nativas y criollas viene tomando mucha velocidad. El punto es cómo todos esos movimientos que se están dando pueden sumarse”.
Tomó la palabra luego Tamara Perelmuter, doctora en ciencias sociales y coordinadora del flamante programa Semillar, de la Secretaría de Agricultura Familiar del Ministerio de Agricultura de la Nación. “Como dijo Enrico, la semilla es un hecho político, es la base para construir un modelo agroalimentario diferente. Es importante encontrar cómo salir de la postura defensiva, cómo construirnos herramientas por la positiva para proteger las semillas nativas y criollas”, aseguró. Y cerró destacando la importancia de tejer redes para articular el trabajo de universidades, municipios y experiencias territoriales en torno a la semilla.
José Luis Delgado Pamplona participó desde la casa de semillas Colibrí, en Guadalajara, México, y destacó la importancia de involucrar a niñas y niños como guardianes de las semillas, en un momento en que el debate por el registro de semillas nativas y criollas se está intensificando.
Gustavo Schrauf agregó que se sumó cuando escuchó la idea de semillas de código abierto como alternativa a las restricciones de propiedad intelectual, pensando “yo quiero ser parte de esa construcción”. “Desde la Facultad hemos puesto nuestro ladrillito y ahora somos muchos; muchos más de los que estamos acá”, contó. “Trabajamos en esto porque estamos convencidos de que poder apropiarse de las semillas va a generar un mundo distinto”. Y cerró: “Como dijo Milton, lo que hacemos es lo que somos. Hagamos cosas que nos enriquezcan”.
Finalmente, Anabel Marín, directora de Bioleft, cerró: “Creemos mucho en la sociedad civil; cuando logra organizarse y generar alternativas, es muy muy poderosa, y Argentina es líder en esto. Bioleft es una muestra de cómo articular la sociedad civil; que cuando nos unimos y trabajamos juntos, las cosas se mueven. Vamos generando algo que va tomando más forma con los esfuerzos de cada uno”. Y redondeó los objetivos generales del trabajo común: “preservar la semilla como bien común, contrarrestar un sistema de mercado cada vez más restrictivo y apoyar una agricultura más sustentable y sana”.
Con ese pie, invitamos a todas las personas participantes a sumarse a colaborar con Bioleft de múltiples formas: disponibilizando semillas para testear de forma participativa, testeando las semillas y registrando y compartiendo información, testeando la plataforma digital de Bioleft o de múltiples otras formas que puedan surgir: Bioleft es una construcción colectiva donde cada quien abre nuevas puertas a la colaboración. Por ejemplo, hacia el cierre la ingeniera agrónoma Mariana Kandus comentó que está trabajando sobre una variedad de maíz dulce, que podría ser una nueva semilla abierta para testear de forma colaborativa; y Pablo presentó a Federico Chipriani, quien se sumará a colaborar en el desarrolo de la plataforma. Toda propuesta de colaboración es bienvenida en info@bioleft.org.
El final fue con música, para celebrar el encuentro y el trabajo conjunto por el bien común.