El 29 de enero tuvimos una reunión de trabajo con el equipo de MASIPAG, una red filipina que reúne a 30 mil productores y productoras agrícolas. Era de mañana en Argentina y de noche en Filipinas; a pesar del cansancio, Georie Pitong y Cris Panerio conversaron con Anabel Marín, Almendra Cremaschi y Marcela Basch, compartiendo experiencias e inquietudes. La reunión surgió a partir del trabajo conjunto de Bioleft y MASIPAG en GOSSI, Global Open Source Seed Initiative, la red global de semillas abiertas.
Pitong y Panerio contaron cómo funciona MASIPAG, que nuclea a 512 organizaciones campesinas de 63 provincias. Filipinas tiene una extensa comunidad de agricultura de escala familiar, volcada principalmente al cultivo de arroz orgánico. Existe una larga tradición de conservar, cuidar y mejorar artesanalmente las semillas. MASIPAG, liderada por campesinas y campesinos, fue fundada en 1985; vincula a trabajadorxs rurales con investigadorxs y ONG, con el objetivo de promover un manejo sustentable de la biodiversidad. Promueve el cuidado de las semillas, desarrolla programas de capacitación, herramientas de monitoreo y evaluación, entendiendo que el control de los recursos genéticos y biológicos, la producción agrícola y el conocimiento asociado deben estar en manos de los agricultores y agricultoras. Manejan 188 chacras experimentales, y apoyan la producción de más de dos mil variedades de arroz: algunas resistentes a las inundaciones; otras, resistentes a las sequías; y otras con resistencia a las pestes o al agua salada. “En Filipinas, la semilla es vida. No se podría pensar en registrarla”, explicaba Panerio.
Desde Bioleft explicamos cómo funciona la circulación de semillas en Argentina, y qué lugar tiene la propuesta de mejoramiento participativo sobre semillas abiertas. Contamos nuestro trabajo con la plataforma, y comenzamos a explorar la posibilidad de compartir semilllas desde América latina hasta Oceanía. En todas partes buscamos lo mismo: que las semillas circulen, germinen y se multipliquen.