Tomate Criollo: Intercambio de semillas en Buenos Aires

Recuperar el sabor auténtico del tomate criollo es una de mis grandes metas desde que cultivo mis propios alimentos. Los encuentros entre huerteros, donde intercambiamos no sólo semillas, sino también conocimientos, son fundamentales para preservar la diversidad de variedades vegetales.

En Junio, en el grupo de Whatsapp “Tomate Criollo 2023-2024”, la publicación de una foto de la Degustación del Tomate en la Facultad de Agronomía despertó un gran interés. Muchas personas comenzamos a recibir consultas de otras interesadas en obtener semillas de las variedades presentadas. Haideé y Myriam, por ejemplo, se pusieron en contacto conmigo para obtener semillas de la variedad “No me olvides” (número 56), la cual había dado excelentes resultados en mi huerta en Martínez.

Haideé, entusiasta de las plantas a pesar de tener un espacio limitado, ha dedicado años a aprender y mejorar sus técnicas de cultivo. Para ella, recibir las semillas significaba más que simplemente plantar, era la posibilidad de conectar con la infancia a través del sabor y el aroma de un tomate ancestral. Ella comenta: “El intercambio en el grupo del Tomate Criollo me entusiasmó mucho. Yael fue increíblemente generosa al compartir las semillas sin esperar nada a cambio”. Esta actitud desinteresada refleja el espíritu de colaboración que sostiene comunidades de huerteros en todo el mundo.

Por otro lado, Myriam, profesora de yoga con poco tiempo libre, también se emocionó al finalmente encontrar la variedad que buscaba. Para ella, cultivar este tomate no era solo un proyecto de jardinería, sino una forma de reconectar con la tierra y sus raíces.

Los intercambios de semillas entre huerteros no sólo aseguran la continuidad de variedades vegetales locales y tradicionales, sino que también fortalecen nuestras comunidades al fomentar la colaboración y el intercambio de conocimientos. Este flujo libre de semillas no sólo preserva la diversidad genética de las plantas, sino que también promueve la autonomía alimentaria y la resiliencia frente a enfermedades y condiciones climáticas cambiantes. Además, en lo personal,  me permite reconectar con la historia y los sabores de mi región, contribuyendo así a la revitalización de prácticas agrícolas sostenibles y culturalmente significativas.