Del 21 al 23 de septiembre, Bioleft participó como coorganizador en el Primer Encuentro de Intercambio de Semillas Nativas y Criollas, en San Pedro de Colalao, Tucumán, junto a la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas de Argentina (ONPIA), la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar (FONAF) y la Cooperativa El Estribo.
Hubo participantes de Neuquén, Mendoza, San Juan, Catamarca, Tucumán, Córdoba, Salta, Jujuy, Tucumán, Buenos Aires y Santiago del Estero. Productores y productoras, representantes de organizaciones de agricultura familiar y pueblos originarios, profesionales de universidades y CENIT Centro de Investigaciones para la Transformación, cooperativistas y activistas nos reunimos para proteger el valor patrimonial y genético de las semillas y asegurar su circulación.
Todos los y las pequeños y medianos productores se mostraron preocupados por el avance de los grandes monopolios semilleros y la pérdida de biodiversidad. También se mencionó la amenaza de que la Ley de Semillas se modifique en un sentido más restrictivo, que permita patentar también semillas sin modificaciones transgénicas. En ese contexto se presentó la propuesta de Bioleft: una red para garantizar la circulación continua de semillas y promover el mejoramiento colaborativo, a través de un marco legal y una plataforma digital. En las palabras de uno de los participantes, Bioleft es “un club que recién empieza a tener socios”: dentro de ese club, la semilla circula para mejorarse.
Finalmente se realizó la ceremonia de transferencia de semillas bajo los términos de Bioleft, previo registro de los agricultores que las recibían en el sistema. Se entregaron cinco variedades de maíz entregadas por el mejorador Claudio Demo, de Río Cuarto: alpense dorado, chucul colorado, chucul blanco, quarentín y sacharatum. También se dieron algunas bolsas de Ubuntu, la forrajera melilotus albus mejorada por Gustavo Schrauf y el equipo de la Cátedra de Genética de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, la primera semilla Bioleft. Llegado desde Neuquén, el representante mapuche Vargas distribuyó semillas de piñón, y Héctor Molina, uno de los dueños de casa, pidió que se multiplicara la semilla de guayacán que él entregaba. Quienes se llevan las semillas en el marco de Bioleft se comprometen a reproducirlas sin nunca restringir la circulación del material genético.
Así se inicia una red de productores y productoras asociados que funcionan como guardianes de las semillas, ya que velan por su conservación y multiplicación. A medida que siembren el material recibido, registrarán además los resultados que se obtengan en cada región. La sistematización de esos datos, y el conocimiento que impliquen, serán el primer paso hacia un sistema de mejoramiento colaborativo distribuido, que permita la innovación abierta a una escala igual -sino mayor- que la de las grandes empresas.