¿Cómo serían las plantas si las diseñaran quienes las siembran y cosechan?
Las forrajeras son las pasturas que se cultivan para alimentar a los animales. En un país de fuerte impronta ganadera como la Argentina, son una parte importante de la cadena productiva agropecuaria. Por eso, desde Bioleft las incluimos en nuestro programa piloto de mejoramiento participativo.
Reunimos a una treintena de productorxs y mejoradorxs de la provincia de Buenos Aires para dialogar en torno a la producción de forrajeras: cuáles son los principales desafíos, qué lugar ocupan las semillas, y cómo imaginan las plantas más adecuadas a su actividad. Fue un taller atípico, ya que debido a la pandemia tuvo que realizarse a través de una videollamada, cada unx con su mate en su casa. Pero rindió sus frutos: quedó claro que son cada vez más quienes quieren participar de una comunidad de semillas abiertas, y están dispuestxs a experimentar con ellas en sus campos para contribuir al mejoramiento participativo.
Conversamos con productorxs que integran la Red Nacional de Municipios por la Agroecología, mejoradorxs de la Red de Forrajeras impulsada por la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, agrónomxs y biotecnólogxs del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y de universidades nacionales, con una significativa presencia de mujeres. Hubo representantes de las zonas de Ayacucho, Chascomús, Guaminí y la cuenca del río Salado, entre otras. El presidente del Instituto Nacional de la Semilla, Joaquín Serrano, también se unió a la charla.
Tras dos horas de intenso intercambio de conocimientos entre productorxs y mejoradorxs, quedó claro que es generalizado el deseo de empezar un proceso de mejoramiento colaborativo integral, y que el compromiso que muestran convierte a este sueño en un proyecto inmediato.
Desafíos e ideales
Comenzamos poniendo en común los desafíos que se encuentran en la producción de forrajeras. Lo primero fue una idea compartida: que hay una carencia de semillas para la producción agroecológica y otras agriculturas alternativas que el mercado actual no resuelve. “El principal desafío es la producción y circulación de semillas”, se dijo. “Faltan semillas multiplicadas localmente”. Otra productora agregó: “En la zona sudoeste (de Buenos Aires) es imposible conseguir semillas de forrajeras. No circula conocimiento colectivo ni hay difusión de variedades nativas.” Se enfatizó la necesidad de disponer de semillas nativas desarrolladas localmente, para que puedan adaptarse a cada zona agroclimática.
Se remarcó que en el manejo agroecológico hay una necesidad no atendida de conseguir semillas que puedan competir desde el inicio con otras especies, ya que no se emplearán agrotóxicos; las empresas semilleras solo desarrollan semillas adaptada a herbicidas. Por lo tanto, un objetivo para el mejoramiento será buscar semillas más resistentes. Se mencionó también la necesidad de protección en el almacenamiento de semillas agroecológicas.
Un participante comentó las oportunidades que comienzan a abrirse en los municipios donde se están estableciendo áreas restringidas a los agroquímicos, como Chascomús. “Hay espacios que fueron de siembra directa que pueden llenarse con pasturas”, explicó. Con la decisión comunitaria de avanzar en una transición agroecológica, cambia el uso del suelo y por lo tanto el perfil de semillas que se necesitan; hay ambientes semi-naturales que pasarán de agrícolas a ganaderos. Se señaló que esto requiere un estudio real de la rentabilidad productiva de las forrajeras nativas que se sembrarán allí. También, que es necesario facilitar el acceso a semillas de pastizales nativos, para obtener datos de fijación de carbono y otras informaciones de relevancia agronómica.
En términos de mejoramiento, se planteó la dificultad de estudiar sucesiones de semillas que fueron afectadas por manejo de químicos. “Existe una disociación entre el mejoramiento y el producto”, planteó Pablo Rush, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. “Hay que diseñar sistemas de sucesión que permitan que el lotus, por ejemplo, se establezca. Hay que volver a juntar cosas disociadas: en la restauración de pastizales necesitamos la mirada del productor. No pensar en especies aisladas, sino dentro de sistemas integrales de manejo”. Se destacó la necesidad de mayor conocimiento y datos colectivos sobre semillas nativas. Clara Milano, especialista en plantas nativas de la Universidad Nacional del Centro, propuso: “En lugar de mejoramiento, hacer una evaluación de la diversidad de ecotipos. Tiene la ventaja de la rapidez y de la variabilidad genética muy amplia.”
Co-diseño de variables
El encuentro se dio en el marco de los experimentos de mejoramiento participativo que Bioleft realiza con el aval de The Conservation, Food and Health Foundation. En 2019, se eligieron tres cultivos –tomate, maíz y festuca, una forrajera- y se transfirieron semillas bajo licencia Bioleft a tres grupos diferenciados de productorxs. Durante el verano de 2020 se realizaron talleres con quienes habían sembrado tomate y maíz; finalmente llegó la hora de las forrajeras. Se trata de un cultivo muy especial para Bioleft, ya que las primeras semillas transferidas en el sistema fueron justamente forrajeras: el melilotus Ubuntu, de la Facultad de Agronomía de la UBA.
Los objetivos de los talleres son múltiples: reforzar las comunidades mixtas de productorxs y mejoradorxs, fomentar el intercambio y el aprendizaje mutuo, y también testear y mejorar las herramientas de Bioleft para el mejoramiento participativo. Puntualmente, en los talleres se trabaja sobre la identificación de rasgos relevantes de cada cultivo, con miras a convertirlos en categorías de observación estandarizadas en el “cuaderno de campo” de la nueva versión de la plataforma Bioleft, en desarrollo.
En este taller, sabiendo que la palabra “forrajeras” se aplica a un número muy amplio de especies, se puso el foco en algunas: las leguminosas de crecimiento rápido (mencionadas como idóneas para cambiar el uso de suelos agrícolas), como alfalfa grupo bajo, y gramíneas. Los criterios de selección más importantes que se consensuaron durante el taller fueron el éxito en establecimiento y la capacidad de poder establecerse sin herbicidas o fertilizantes, la interacción con micro-organismos, la variabilidad, la capacidad de recuperar la fertilidad del suelo, de producir raíces y de nodulación.
La reunión dejó la convicción de que hay mucho trabajo por hacer: son muchxs lxs productorxs y mejoradorxs de la provincia de Buenos Aires con la voluntad y el compromiso de avanzar en procesos de mejoramiento colaborativo, compartiendo conocimientos y semillas en camino a una producción más sustentable.