Por Patrick Van Zwanenberg
En el lanzamiento de STEPS America Latina en 2015, uno de los temas en los que nos centramos en nuestro evento de apertura fue lo que denominamos innovaciones “habilitadoras”. Estas son nuevas instituciones, políticas o tecnologías que no solo son, en sí mismas, una forma novedosa de hacer algo o de resolver un problema, sino que también alientan y apoyan a otros a hacer cosas nuevas.
Me acordé de esas discusiones cuando estuve en Rosario el mes pasado, en la provincia argentina de Santa Fe, donde se celebró el Laboratorio de Innovación Ciudadana Argentina (LABICAR).
¿Qué es el Laboratorio de Innovación Ciudadana?
La idea es crear espacios para la experimentación, basados en la ética hacker de la apertura y la colaboración radicales, donde los ciudadanos pueden diseñar y crear prototipos de cualquier tipo de proyecto destinado a abordar los desafíos en sus comunidades; el modelo es el Medialab Prado de Madrid. Cada año se organiza un encuentro que reúne a ciudadanes y proyectos de toda Iberoamérica. Tras pasar por México, Brasil y varias ciudades de Colombia, el LabIC llegó a Argentina. La sede fue el SantaLab, el laboratorio de innovación ciudadana del gobierno de la provincia de Santa Fe. Cien personas de todo el continente desarrollaron y prototiparon diez ideas que se centran en abordar uno o más de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Incluyeron:
- Semillas Poderosas, una técnica de código abierto para que las comunidades agrícolas produzcan sus propios recubrimientos de semillas de bajo costo y ecológicamente benignos;
- Mujeres Qom Empoderadas: una cooperativa para apoyar los medios de vida de las mujeres en la comunidad indígena Qom cuyas familias han emigrado a Rosario en busca de trabajo; y
- Elevaciones, una iniciativa para diseñar una silla de ruedas de pie, autoportante y económica para personas con parálisis cerebral de bajos ingresos.
Durante el Laboratorio, que duró dos semanas, se brindó apoyo en forma de espacio de trabajo, alojamiento y comida, mentores, asesoramiento de varios especialistas técnicos y una serie de charlas y visitas a iniciativas relacionadas en la región. En mi breve visita descubrí además que es iIgual de importante el considerable entusiasmo y energía que genera el Laboratorio a favor de la idea de que las personas pueden actuar de manera colectiva y creativa, y que no necesitan depender solo del gobierno, las empresas y otras instituciones establecidas para abordar los problemas.
Innovaciones: habilitación de formas colaborativas de trabajo
Estuve en el evento de Santalab para una mesa redonda en la que hablaba Bioleft, una iniciativa de innovación de semillas de código abierto que hemos estado desarrollando como parte del Consorcio STEPS Caminos hacia la Sustentabilidad. Mencioné que una de las cosas sorprendentes del proyecto Bioleft no es tanto la utilidad de la licencia de código abierto que estamos desarrollando, sino cómo la idea general de una forma más abierta y colaborativa de practicar la innovación de semillas ha entusiasmado a todo tipo de personas, y les animó a unirse y contribuir al proyecto.
Por ejemplo, mejoradores que trabajan en la producción de semillas orgánicas y agroecológicas nos han contactado a partir de notas en los medios de comunicación, y se manifestaron interesados en liberar sus semillas bajo la licencia Bioleft, aunque ellos (o de hecho nosotros mismos) no sepamos todavía muy bien cómo funcionará la licencia en la práctica. Su interés ha sido despertado por los valores subyacentes del proyecto, que concuerdan con los suyos.
También se han unido a nuestro proyecto productores de semillas de la universidad y trabajadores de extensión agrícola, que brindan su tiempo voluntariamente y por razones similares. Fue con su colaboración que surgió la idea de una iniciativa de mejoramiento de semillas participativa entre pares que pudiera funcionar bajo el paraguas de la licencia de código abierto.
Varios otros tipos de innovación parecen tener esta característica: proporcionar espacio para los deseos de otras personas de imaginar y construir formas de práctica socio-técnica más ambientalmente responsables y socialmente inclusivas. Hace unos años, por ejemplo, trabajamos brevemente con una cooperativa de algodón agroecológico del norte de Argentina, que ayudaba a los pequeños agricultores a producir algodón de maneras más seguras que las técnicas existentes. Esto alentó a sus hijos a ir a la escuela y, de manera crítica, logró que cobraran precios más altos y estables para su producto, a través de asociaciones comerciales con procesadores y minoristas en el movimiento de Comercio Justo. Si bien estas iniciativas podrían haber surgido de todos modos, la innovación institucional del Comercio Justo, que ha establecido un modelo alternativo de producción y distribución para el comercio con productores en el Sur Global, claramente ha abierto un espacio y un apoyo crítico para tales proyectos.
Otro ejemplo es la “feed-in tariff” o alimentación eléctrica arancelaria, una innovación regulatoria que permite a los hogares, las granjas y las pequeñas empresas que generan energía renovable vender la que les sobra a la red eléctrica. En algunos entornos, como en Alemania, esa innovación ha impulsado todo tipo de iniciativas de energía renovable distribuida, desde proyectos municipales de generación de energía hasta el establecimiento de pequeños productores de energía cooperativa, para alentar a los hogares a invertir en paneles solares.
¿Qué hace que estas innovaciones sean ‘habilitadoras’?
Entonces, ¿qué hay en estas innovaciones que les dan esta calidad habilitadora? Claramente, la provisión de recursos para las personas interesadas en desarrollar ideas novedosas y ponerlas en práctica, ya sea en forma de finanzas o de capacitación y tutoría, o la provisión de un entorno físico para compartir habilidades e ideas, a menudo son importantes. También lo es la capacidad de crear nuevos mercados o de alterar las reglas dentro de las cuales funcionan los mercados existentes. Pero hay otros atributos importantes.
Por ejemplo, el Feed in Tariff no solo crea nuevos mercados, sino que también incita a las personas a reinterpretar sus propios intereses materiales en favor de la generación de energía renovable a pequeña escala, de manera que se creen coaliciones políticas útiles con otros actores que intentan construir y promover la distribución de sistemas de energías renovables.
Asimismo, nuestra iniciativa Bioleft actúa como una innovación-puente, en el sentido de que puede ayudar a crear coaliciones entre diferentes grupos de personas que colectivamente están mejor posicionadas para tratar de buscar vías más sostenibles de cambio socio-técnico en los sistemas de semillas.
Los nuevos espacios creados por este tipo de iniciativas también brindan a los actores e instituciones un grado de libertad para innovar que no está disponible para los incumbentes, bloqueados por inversiones anteriores, modelos de negocios y otros compromisos comerciales e institucionales con la trayectoria de innovación existente, a menudo no sustentable.
De manera más general, y más importante, todos estos ejemplos brindan un apoyo simbólico a los esfuerzos para tratar de explorar cómo los valores que se reflejan pobremente en los entornos de innovación principales, como los de solidaridad y participación, pueden aplicarse de manera práctica al desarrollo y aplicación del conocimiento. Debemos pensar mucho sobre por qué y cómo esas innovaciones pueden abrir ese espacio, entusiasmar a las personas y catalizar los esfuerzos para crear direcciones más sostenibles y socialmente justas para el cambio sociotécnico. Y acerca de qué otras clases de instituciones, regulaciones y técnicas novedosas podrían hacerlo también.